sábado, 12 de agosto de 2017

Capitulo 38 "El principio del fin"


Mientras lejos de allí unos ojos observaban incrédulos lo que acababa de pasar. El Recolector no despegaba ojo de la pantalla e intentaba asimilar lo que hace un instante había sucedido en directo delante de sus mismas narices. Miro alrededor suyo comprobando que estaba despierto en su base y después miro de hito en hito a sus subordinados.

- ¡Maldito y mil veces maldito! Me ha traicionado. Guardias atentos.
Se giro y empezó a dar órdenes para descargar su ira.

- ¡Vosotros, destruir el cuerpo de Ernest!
Diego ante el revuelo montado por el hombre decide acercarse con paso decidido mientras esquiva a varios hombres que marchan en estampida obedeciendo las órdenes dadas. Casi cuando está a punto de llegar un hombre le empuja y casi le hace caer. Finalmente guarda el equilibrio y se pone al lado del Recolector.

-Diego ve a la salida y vigila la entrada. Si Ernest no ha venido estará al llegar. Que no entre nadie, usa la fuerza letal. ¿cuantos hombres tenemos?

- Apenas una veintena. ¿crees que sean suficientes? -contesta apesadumbrado.

 El Recolector le pone la mano sobre el hombro comprensivo y le mira a los ojos.
-Lo dudo. Todo depende de ti. Si entran estamos acabados. Desde el principio su único plan era conseguir el cuerpo. Todo lo demás era una pantomima.





En la finca del profesor Ochoa se va haciendo de noche. Alrededor de la casa los depredadores están desperezándose para empezar su rutina alimenticia. Una ligera brisa mueve las ramas y la maleza que crece sin control dando un aspecto mas de abandono. Pero a los inquilinos todo esto no parece preocuparles. El joven Joshua permanece en la cocina sobre una silla de madera y paja y con los pies encima de una mesa de laminado imitando a la madera, pero envejecida por el desuso y el tiempo y con algunas partes levantadas. Mira un viejo televisor de pequeño tamaño y con dos grandes antenas. Aunque la recepción no es buena ya que alguna gruesa raya pasa por medio de la pantalla con demasiada frecuencia. A Joshua parece no importarle ya que a pesar de todo puede seguir perfectamente la emisión. Mira aburrida el concurso donde las preguntas parecen amañada. Sin previo aviso se corta la comunicación y aparece un especial informativo. El joven baja los pies de la mesa. Se levanta y se acerca al aparato expectante. Lo que ve lo deja helado. Le parece una mala pesadilla. El profesor está en una habitación en un laboratorio improvisado De un espartano salón con un viejo sofá y una rustica mesa se han convertido en un aprovechado mueble donde anaqueles, probetas y tubos se mezclan con apuntes y restos de comida. De espalda a la puerta mira ensimismado lo que contiene una vieja cama utilizada como improvisada camilla para sus experimentos. Sus ojos se fijan en lo que contienen sus manos y que descansa sobre la superficie de unos azules guantes de látex. Joshua entra como una exhalación empujando la desvencijada puerta emitiendo un gruñido reclamando aceite.

- Acaba de salir en las noticias que el presidente se ha suicidado.
El profesor se da media vuelta y mira con gravedad a Joshua. En su rostro las arrugas se acentúan remarcando la trascendencia del momento si no se consigue solucionar de forma rápida.

 -Esto es mas grave de lo que pensaba. Ernest ha acelerado su plan. Debemos darnos prisa, tiene que ser esta noche. 
 Joshua miro sorprendido lo que había encima de la camilla.
- ¿Es ese, Guess?

El profesor asiente.
Ambos hombres se acercan con respeto a la descolorida litera donde una raída manta a cuadros muestra lo que tiene encima. 
El esqueleto del agente Guess en muy mal estado. Sus huesos están quebradizos y con una decoloración de humedad. El joven noto cierto olor a tierra mojada. 

- ¿Quieres ayudarme? -pregunta el profesor de forma tímida.

- No, no gracias. No creo que tenga estomago para ello. 
-Es mejor. El suero estará listo pronto.

-Gracias, Dr. Al principio no le creí y tenía miedo, pero ahora sé que puedo confiar en usted. Vayamos a por esos malnacidos.

A la vez Diego y dos hombres montan guardia delante de la base.  Atentos a cualquier movimiento. Están expectantes sabiendo lo que se juegan. Paseándose nerviosos sin salir del perímetro ni perder ojo a lo que sucede delante de ellos. Un ave, el movimiento de una rama, un ladrido. Cualquier cosa hace que amartillen sus armas y un sudor frio corra por su piel. Todo es en vano a unos metros de allí oculto Dunhpys en un coche monta guardia vigilando con unos prismáticos. Invisible a sus ojos tras la maleza. 
- ¿Santo y seña? -suena una voz alrededor de Dunphys

Este se sobresalta y exclama asombrado.
-¡¡Ernest has vuelto!!
 
Continuara... 

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