Mientras lejos de allí unos ojos observaban incrédulos lo que acababa de pasar. El Recolector no despegaba ojo de la pantalla e intentaba asimilar lo que hace un instante había sucedido en directo delante de sus mismas narices. Miro alrededor suyo comprobando que estaba despierto en su base y después miro de hito en hito a sus subordinados.
Se giro y empezó a dar órdenes para descargar su ira.
- ¡Vosotros, destruir el cuerpo de Ernest!
Diego ante el revuelo montado por el hombre decide acercarse con paso decidido mientras esquiva a varios hombres que marchan en estampida obedeciendo las órdenes dadas. Casi cuando está a punto de llegar un hombre le empuja y casi le hace caer. Finalmente guarda el equilibrio y se pone al lado del Recolector.
-Diego ve a la salida y vigila la entrada. Si Ernest no ha venido estará al llegar. Que no entre nadie, usa la fuerza letal. ¿cuantos hombres tenemos?
- Apenas una veintena. ¿crees que sean suficientes? -contesta apesadumbrado.
El Recolector le pone la mano sobre el hombro comprensivo y le mira a los ojos.
-Lo dudo. Todo depende de ti. Si entran estamos acabados. Desde el principio su único plan era conseguir el cuerpo. Todo lo demás era una pantomima.
En la finca del profesor
Ochoa se va haciendo de noche. Alrededor de la casa los depredadores están desperezándose
para empezar su rutina alimenticia. Una ligera brisa mueve las ramas y la maleza
que crece sin control dando un aspecto mas de abandono. Pero a los inquilinos
todo esto no parece preocuparles. El joven Joshua permanece en la cocina sobre
una silla de madera y paja y con los pies encima de una mesa de laminado
imitando a la madera, pero envejecida por el desuso y el tiempo y con algunas
partes levantadas. Mira un viejo televisor de pequeño tamaño y con dos grandes
antenas. Aunque la recepción no es buena ya que alguna gruesa raya pasa por
medio de la pantalla con demasiada frecuencia. A Joshua parece no importarle ya
que a pesar de todo puede seguir perfectamente la emisión. Mira aburrida el
concurso donde las preguntas parecen amañada. Sin previo aviso se corta la comunicación
y aparece un especial informativo. El joven baja los pies de la mesa. Se
levanta y se acerca al aparato expectante. Lo que ve lo deja helado. Le parece
una mala pesadilla. El profesor está en una habitación en un laboratorio
improvisado De un espartano salón con un viejo sofá y una rustica mesa se han convertido
en un aprovechado mueble donde anaqueles, probetas y tubos se mezclan con
apuntes y restos de comida. De espalda a la puerta mira ensimismado lo que
contiene una vieja cama utilizada como improvisada camilla para sus
experimentos. Sus ojos se fijan en lo que contienen sus manos y que descansa
sobre la superficie de unos azules guantes de látex. Joshua entra como una exhalación
empujando la desvencijada puerta emitiendo un gruñido reclamando aceite.
- Acaba de salir en las
noticias que el presidente se ha suicidado.
El profesor se da media
vuelta y mira con gravedad a Joshua. En su rostro las arrugas se acentúan
remarcando la trascendencia del momento si no se consigue solucionar de forma rápida.
-Esto es mas grave de
lo que pensaba. Ernest ha acelerado su plan. Debemos darnos prisa, tiene que
ser esta noche.
Joshua miro
sorprendido lo que había encima de la camilla.
- ¿Es ese, Guess?
El profesor asiente.
Ambos hombres se acercan con
respeto a la descolorida litera donde una raída manta a cuadros muestra lo que
tiene encima.
El esqueleto del agente
Guess en muy mal estado. Sus huesos están quebradizos y con una decoloración de
humedad. El joven noto cierto olor a tierra mojada.
- ¿Quieres ayudarme? -pregunta
el profesor de forma tímida.
- No, no gracias. No creo
que tenga estomago para ello.
-Es mejor. El suero estará
listo pronto.
-Gracias, Dr. Al principio
no le creí y tenía miedo, pero ahora sé que puedo confiar en usted. Vayamos a
por esos malnacidos.
A la vez Diego y dos hombres
montan guardia delante de la base. Atentos a cualquier movimiento. Están
expectantes sabiendo lo que se juegan. Paseándose nerviosos sin salir del perímetro
ni perder ojo a lo que sucede delante de ellos. Un ave, el movimiento de una
rama, un ladrido. Cualquier cosa hace que amartillen sus armas y un sudor frio
corra por su piel. Todo es en vano a unos metros de allí oculto Dunhpys en un
coche monta guardia vigilando con unos prismáticos. Invisible a sus ojos tras
la maleza.
- ¿Santo y seña? -suena una
voz alrededor de Dunphys
Este se sobresalta y exclama
asombrado.
-¡¡Ernest has vuelto!!
Continuara...
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