lunes, 31 de julio de 2017

Capitulo 37 "Tiro de gracia"


Ha pasado una semana desde que el agente Ross saliera del hospital. Es un día caluroso y despejado. Una ligera brisa sacude la ciudad.  El agente, después de que fuera recogido por un par de tipos de oscura vestimenta y rostros pétreos donde se adivinaban senda armas bajos sus axilas. Como en una coreografía los hombres con movimientos sincronizados y mirando a todos lados, a punto de saltar, esperando una invasión de los mas sanguinarios y peligrosos enemigos del estado. El agente, sabiendo su estado, intento estar a la altura y no ser un engorro, pero sin embargo se sentía incomodo con tanta seguridad. Estaba acostumbrado a ser el guardián y no la presa. Los tipos diligentes flanquearon sus lados a la vez que barrían con su mirada cualquier sitio o recoveco. Sus pasos resonaban en el asfalto. Zapatos flexibles de piel y uniformes sin una sola arruga, pensó Ross. Hombres curtidos y fogueados acostumbrados a situaciones límites que no dudarían ni un momento en poner sus vidas en juego. Eso le tranquilizaba sabia de que pasta estaban hechos los vigilantes. Uno de ellos abrió la portezuela del negro vehículo. Un coche anónimo, indiferente sin marcas ni matriculas. Uno mas entre la inmensidad mientras daba y recibía órdenes a través del pinganillo. Una vez entro Ross olio a nuevo. Seguramente este coche habría estado en un almacén oculto y anónimo durante mucho tiempo. Uno de los tipos ya estaba en el asiento del conductor mientras el otro entro raudo. Recordaba ligeramente que se habían presentado como los agentes Lloyd y McKean, pero no estaba seguro si eran sus verdaderos nombres o tan solo una tapadera.
Empezaron a rodar mientras el copiloto daba y recibía órdenes y coordenadas. Giraron una calle tras otra hasta llegar a una gran avenida repleta de tráfico. El sol se reflejaba en los rascacielos deslumbrando de vez en cuando a los transeúntes. Discretamente algunos coches del gobierno fueron uniéndose a la comitiva a cierta distancia vigilando el recorrido y sin llamar la atención como parte del paisaje de forma anónima, pero estando allí. Sin ningún tipo de contratiempo el coche llego al bello palacio presidencial. 
Durante sus primeros 175 años, el palacio fue la residencia privada de varias familias aristocráticas. En 1791 albergó a los autores y defensores de la Constitución del 3 de mayo.
Fue en 1818 cuando empezó a usarse el palacio como edificio del gobierno, cuando se convirtió en sede el Virrey bajo la ocupación. En 1918, tras la resurrección del país posterior a la Primera Guerra Mundial, el edificio fue tomado por las reconstituidas autoridades  y se convirtió en sede del Consejo de Ministros. Durante la Segunda Guerra Mundial, sirvió a los ocupantes y sobrevivió intacto al Alzamiento de 1944. Tras la guerra, volvió a ser sede del Consejo de Ministros. Su color blanco y su mármol permanecía inmaculado tras periódicas limpiezas y revisiones. Una gran mansión estilo federal neoclásico, con detalles que se hacen eco de la arquitectura clásica griega. Donde el presidente con un impecable traje azul marino y una bandera del país en la solapa lo esperaba ansioso ante la mirada de periodistas y parte del ejecutivo.  Mientras veía como llegaba el coche oficial. Bajo las escaleras y se acercó hasta la puerta del coche esperando que el agente Lloyd abriese para recibir al hombre nominado. Cuando llego a su altura descendió Ross del vehículo. Y al salir ambos se saludaron cordialmente. Se dan la mano cordialmente mientras miran al mundo. Objetivos de prensa y televisión no pierden detalle. Finalmente saludan ambos con la mano y dan la espalda mientras suben la escalera charlando amigablemente. Sabiendo que ya han hecho la parte periodística con la foto de rigor. Tras ellos un enjambre de guardaespaldas hacen de barrera. Entran en el interior de la mansión donde lujosas alfombras, bellos cuadros y enormes espejos junto con brillantes lamparas y paredes inmaculadas saludan a los recién llegados. Ajenos al lujo y al boato discurren por los interiores de la edificación dejando atrás a varias personas del gabinete. Finalmente llegan a la puerta del palacio presidencial flanqueado por dos impertérritos seals que no se inmutan ante la llegado del máximo dirigente. Uno de los agentes se adelanta, abre y mira el interior que este todo correcto. Una vez dado el visto bueno se aparta y deja entrar a los dos hombres.


- Que no nos moleste nadie. -dijo de forma grave el presidente acostumbrado a mandar y ser obedecido.

-Si, señor. No hay problema. -ladro uno de los guardas.


Los dos agentes quedan vigilando la puerta mientras los dos hombres entran. Todo permanece en silencio y los dos vigilantes miran tiesos como palos al infinito hasta que un ruido rompe el silencio. Parecía como si alguien se hubiese caído. Los dos escoltas se miran confusos y extrañados pero no hacen nada esperando que su jefe avise si sucede algo inusual.
Al momento aparece el presidente nervioso y habla ellos. Ignoran que Ernest se ha hecho con el cuerpo del presidente.
 -Necesitamos urgentemente un médico, el Agente Ross se ha desmayado. 
 Uno de los escoltas avisa por radio al servicio médico que en un momento se desplazan al despacho. Al entrar encuentran a Ross en el suelo y empiezan a hacerle los primeros auxilios. El presidente preocupado observa sin inmutarse el devenir de los acontecimientos junto a varios asesores.  El medico ve los ojos de Ross que están en blanco. Mira al presidente y niega apenado con la cabeza confirmando el peor de los resultados.

- ¡Que tragedia, señor presidente! 
El presidente acostumbrado a las decisiones en momento críticos no perdió la compostura y se mantuvo firme y seguro. 
-Lo mejor es seguir con la ceremonia y darle la medalla. De momento decimos que se encontraba mal y lo han llevado al hospital. Que muera como un héroe condecorado. Sigamos adelante con el programa

El presidente sale del despacho con sus asesores y guardaespaldas y se dirige a la sala donde le esperan para hacer el homenaje. Sube al estrado mira y ve los ojos del mundo fijos en él. Expectantes y extraños ante su soledad. Comparece ante los medios y los asistentes. 
-Buenas tardes y gracias a todos por su asistencia. Se que hoy debía ser un día de júbilo y alegría. Esperaban al héroe de la universidad, al agente Ross. Desgraciadamente debido a sus heridas ha tenido una recaída y no ha podido venir. Todos estamos rezando por su pronta recuperación.
Acto seguido baja la cabeza, cierra los ojos y dice unas palabras susurrando a modo de oracion. Despues sube la cabeza y mira a los congregados. 
 
Mientras lejos de alli uno de los millones de telespectadores que seguian la transmision era el Recolector. Desde su base seguia expectante el discurso del presidente. 
-¡Bien, Ernest! Los tienes comiendo de tu mano. Dentro de poco el mundo sera nuestro


Ajeno a todo esto el presidente disimuladamente echa mano a su espalda y saca una pistola ante la mirada horrorizada de todos se la pone debajo del menton y se pega un tiro. La bala atraviesa la cabeza y cae muerto Ante los gritos y el horror de los asistentes.

Continuara...





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