El Recolector salio de su habitación y ando por el angosto pasillo que
daba a un gran espacio subterráneo. Era una gran cueva de cemento. El
sonido de los pasos resonaba con ecos junto con los balbuceos de los
perros. Enfrente una honda plataforma circular estaba asegurada por un
foso con agua. Alrededor unas barandillas cerraban el sitio. Se veía un
solo acceso, unas escaleras bajaban a una entrada donde un puente
retráctil permitia la entrada al pozo. Dentro del pozo un hombre lloraba
con gesto abatido. Instante después Diego se unió al Recolector
portando un misterioso sobre que le entrego.
Recolector lo tomo y lo metió debajo de su axila. Una vez hecho esto miro al detenido.
-Hola
Ernest, no se si es un placer conocerte pero si tenia una gran
curiosidad. Por cierto, te veo muy acompañado aunque ninguna de esos
espectros que están contigo estén de una pieza.
El hombre estaba de rodillas sollozando mientras se tapaba la cara con las manos. Su posicion era sumisa y suplicante.
-No se quien es ese Ernest. Se equivoca de persona. Por favor déjeme marchar. Yo no hecho nada.
-Ernest te he considerado muchas cosas. Asesino, violador, psicópata pero nunca pensé que fueses un estafador mentiroso. Tu aura negra te delata.
El hombre poco a poco retiro las manos de su rostro dejando al descubierto su odio y su ira.
-Vaya hombrecito veo que eres muy listo.
El
Recolector afianzo su posición con su bastón apoyandose mientras los
doberman permanecían en alerta mostrando sus blancos dientes.
-Te
presento a Hitler y Mussolini. Al menos estos si que son leales a la
madre patria.-mientras decía esto extendía la mano para enfatizar la
agresividad de sus perros.
Ernest puso cara ignorancia al oír los nombres y Recolector intento disimular su sorpresa ante tal desconocimiento.
-¿Como lo has sabido?
-Bueno
has ido dejando por el camino migajas sangrientas. No ha sido difícil
seguir tu rastro. Reconozco que fue una sorpresa que uno de mis
asociados topase contigo. El no era consciente de que le tenia entre
manos.
-¿Como sabes quien soy?
-Veras cuando vivía en mi
tierra. El gran imperio ruso también tenia su propio programa de revivir
muertos. Se llamaba la operación Lenin.
-Ese si lo conocí.
-Bueno
fue un desastre total y por nuestros errores tuvimos que escapar antes
de acabar en alguna helada cárcel del Siberia. Por suerte mis leales
compañeros, verdaderos patriotas y yo conseguimos huir y reorganizarnos.
Después de tantos años con este proyecto no podíamos dejarlo. Cuando descubrí que los americanos hacían las pruebas en la Casa Negra fue como una revelación. Sabia de su historia y empecé a seguirte la pista. Y pensé que tenia una
segunda oportunidad de devolver el golpe a los imperialistas con tu ayuda.Hacia
tiempo que esperábamos la llegada de alguien como tu. Un arma definitiva
para hundir dos naciones.
-¿Crees que este simple foso de agua puede detenerme?
-Ese foso de agua contiene agua del lago Rovia.
-¿Y que mas da de donde sea el agua?
-Te contare una pequeña historia.
Ernest se sienta simulando a un alumno interesado.
-Veras
uno de esos hombres que hizo grande a mi país. Tuvo una visión pero a
veces para hacer algo grande hay que sacrificar a una minoría. Esa
minoría era un pequeño pueblo, uno de tantos creados al calor de
producciones mineras o poblaciones experimentales. Probaron una
supervacuna para reforzar el sistema inmunitario y que sirviese para
crear el supersoldado. Pero algo fallo. Fue una catástrofe. Todos los
habitantes murieron, una tras otro. Algo los devoraba por dentro con
lenta agonía. Al final cuando el ultimo ser de aquel sitio expiro, todo
fue borrado. Un ataque militar sepulto aquel lugar indigno y fue
pulverizado hasta los cimientos. Y sus moradores acabaron en el fondo
del lago Rovia en una sepultura anónima. Pero su almas, ¡ay, sus almas!
no descansaron y pedían venganza. Yo lo vi estaba allí. Veía sus manos
alzarse sobre las aguas y sus rostros crispados pidiendo paz.
-¿Y que tiene que ver esto conmigo?
-Asomate al agua y ven.
Ernest
se acerco e intento poner un pie en el agua cuando cientos de rostros y
manos culpidos de odio y venganza intentaron agarrarlo.
Ernest temeroso volvió a la seguridad de la plataforma.
-Nada
que me puedes ofrecer me vale. Dinero, joyas, poder. Soy inmortal.
Estoy por encima de todos vosotros. Nada tienes. Puedo matar sin miedo
al castigo. Violar, sodomizar, castigar. Puedo ser quienquiera cuando
quiera.
-Bueno por lo que veo eso no es del todo exacto.
-¡Maldito presuntuoso! ¿Crees que no hallare la manera de acabar con vosotros? Solo necesito tiempo.
-Si
aquí vas a tener mucho. Pero mientras intentas hallar la manera. Piensa
en mi propuesta..-mientras decía esto alzo el sobre que le había dado
Diego.-Aquí tengo algo que quizás te sirva de incentivo.
Recolector devolvió el sobre a Diego.
-Toma baja a la entrada del pozo y enseñale lo que hay en el sobre. No extiendas el puente. Lo vera desde donde esta.
Diego
sumiso hizo caso de las indicaciones. Al llegar a la entrada del puente
se paro. Estaba cerrado por una puerta metálica. Aunque tenia acceso
para abrir y extender el puente no lo hizo. Saco el contenido del sobre y
lo puso extendido sobre la puerta metálica. Enfrente Ernest agudizo
curioso la mirada.
-Es cierto no puedo ofrecerte nada que puede interesarte. ¿O quizás si?
Ernest abrió los ojos sorprendido.
-¿Es cierto?
-Si.
-Dame una prueba.
-Bien antes tendrás que hacer un trabajo para mi.
-Había alguien conmigo. Lo necesito. Se llama Dunphys.
Diego suspiro.
-Yo me encargare de eso.
El Recolector asintió.
-¿Y bien, Ernest? ¿Hay trato?
-Si eso es cierto cuenta conmigo para lo que quieras. Espero que no sea una broma.
-Perfecto, socio. Diego ya puedes subir.
Diego iba a recoger la foto.
-Nooo.... Dejala, por favor.-dijo Ernest casi clemente.
El
Recolector volvió a asentir y Diego se encogió de hombros. Tomo la
foto y la metió entre las rendijas de la puerta para que no se cayese.
Se giro y volvió cansinamente con el Recolector.
Ernest se sentó y siguió mirando la foto mientras las pisadas de los hombres se alejaban para dejarlo solo.
-Pronto... Muy pronto....-dijo Ernest mientras se acariciaba la cara.
Continuara...
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