domingo, 4 de octubre de 2015

Capitulo 25 "Recolector" Final.

Como un cordero al matadero fui llevado a través de lúgubres y fríos pasillos. Donde las luces apenas alumbraban. La humedad rezumaba entre las paredes y corrientes de frió aire acariciaban mi cara. Ignoraba si era la climatología del lugar o el saludo etéreo de los eternos moradores del lugar. A veces me giraba y veía a mis captores removerse incómodos y me urgían a que me diese prisa mediante empujones y imprecaciones. Ellos no lo sabían pero no estábamos solos. Una muda turba nos seguía con pasos arrastrados.  Desde luego no les hacia mucha gracia hacer todo esto como si sintieran algo que escapa a su lógica. Finalmente llegamos a nuestro destino. Un lugar que no era ni mejor ni peor que otros. Una habitación soterrada sin ventilacion y donde un desierto taburete esperaba pacientemente algún visitante. Un ultimo empentón fue la agradable invitación a que tomase asiento.
-Sientate y espera.-me dijeron de la forma  mas desagradable posible.
Apenas salían por el quicio de la puerta, uno de ellos se volvió.
-Y no hagas nada de lo que tengas que arrepentirte.-mientras remarcaba sus palabras a la vez que me señalaba como si ya estuviese en el patíbulo.
La puerta se cerro con un ruido metálico confirmando que era segura y con el cierre echado. Sin nada que hacer mire alrededor de la espartana estancia mientras fríos vapores se escapan de mi boca.  Mis lánguidos compañeros me miraban con ojos tristes y rostros demudados sabiendo que mi triste final se acercaba sin demora y que seguramente mas pronto que tarde yo pasaría a formar parte de su desgraciado club . Otra alma en pena vagando eternamente sin rumbo y sin salida.
El chasquido de la entrada me volvió a la realidad y la expectación se centro en descubrir que sucedería ahora. Nervioso no perdía detalle de todo lo que sucedia.
Un militar de aspecto siniestro entro en la estancia. Era grande y grueso. De rostro orondo y fuerte. Bregado en batallas y escaramuzas como daba fe uno ojo perdido en alguna olvidada guerra y que me miraba de forma tétrica desde su blanca órbita. A pesar de su peso era ágil y decidido. Únicamente se veía que una pierna parecía mas lenta que la otra como si se trabase o negase a seguir el mismo ritmo. En este situación el general miraba nervioso intentando disimular tal tara.
-Hola, muchacho soy el general Mijail Kutúzov. 
 Aquello no sirvió para tranquilizarme ante aquel tipo de inmaculado uniforme y tintineantes medallas doradas. Yo permanece en silencio. Su nombre no me decía nada.
Se agacho y empezó masajearse el gemelo de la pierna de forma frenética. 
-Bueno, cuentame. ¿Que ha sucedido? No creas que esos ineptos me van a  engañar. Pero si les castigase a ellos seguramente demostraríamos los fallos de nuestros sistemas educativos y se abrirían investigaciones y todas esas cosas que no queremos, ¿verdad? Porque si eso sucede el enemigo imperialista pensara que somos débiles y caerán sobre nosotros como halcones. Y la moral de nuestro pueblo caerá como el invierno.-dijo todo esto sin levantar la mirada como si fuese un guión que hubiese recitado miles de veces.
Lo miraba sin saber que decir, hablaba sobre cosas que para mi eran un autentico galimatías.  Le explique todo lo sucedido poniendo todo mi empeño en demostrar mi inocencia.
Se levanto me puso la mano sobre el hombro y puso su gesto mas fraternal como si fuese mi hermano mayor. 
-No te preocupes, chico. Nos encargaremos de ti.

A pesar de mi ignorancia  y de su magnifica representacion sabia que el cadalso estaba a la vuelta de la esquina.
Se dio la vuelta y se alejo renqueando hacia la salida.
-¿Porque lleva un bebe aferrado a su pierna?
El hombre se paro en seco se giro y me miro con la boca abierta.
-¿Que bebe?
-En la pierna que se  ha estado masajeando hay un pequeño bebe con un pijama azul desgarrado. Me esta mirando con sus ojos vacíos.
-¿Lo ves?
-Si, ¿sabe quien es?
El hombre afectado poso la mirada perdida sobre mi.
-Si.-mientras bajaba la cabeza derrotado.
Pego dos golpes en la puerta.
-Espera me aquí. 
Ahora ya no veía al orgulloso oficial. Toda su pantomima cayó y se mostró tal cual. Un hombre con miedos y tragedias ocultas tras una marcial mascara. 
Como no tenia mucho que hacer lo espere y lo espere. Amaneció mientras mi estomago gruñía de hambre.  Al final apareció con otro hombre. Un hombre muy diferente con la mente muy abierta.
Entro en la estancia miro alrededor como si olfatease el ambiente. Me recordaba a un perro en una cacería.
-Vaya, veo que estas muy bien acompañado.
Se llamaba Andrei Vlasov y fue mi mentor. Tras sacarme de aquel lugar y darme el desayuno mas glorioso que recuerdo, me dio un hogar y una carrera en el ejercito. Me confeso que existían otros como yo. Con poderes especiales y que eramos vitales para nuestra patria. Teníamos un don para nuestro ejercito. Ver y hablar con los muertos y capaces de contarnos lo que de otra manera seria imposible de saber. Eramos capaces de interrogar a soldados o oficiales asesinados. Allí empezó mi carrera como investigador militar en una ultra secreta célula militar dedicada a investigar todo tipos de ataques  y atentados que afectaban a nuestras fuerzas y seguridad en cualquier lugar del mundo si era postmortem. Donde las agencias tradicionales no podían continuar allí estábamos nosotros. Gracias a mi maestro aprendí mucho sobre el otro lado y sus moradores. Pero como todo tuvo un final. Con la caída de la Madre Rusia tuvimos que desaparecer. Tantos secretos no podían salir a la luz y tuvimos que hibernar. Y ahora este hombre de gastado traje castrense, largo pelo y encanecida barba, el otrora conocido "Niño milagro" tiene un plan para devolver la gloria al antiguo imperio ruso.
Unos golpes en la puerta sacaron de la ensoñación al Recolector. 
-General, el huésped ya esta en el pozo.
El hombre sonrió y el espejo le devolvió la sonrisa. Tomo su ajada gorra, un collar con varios símbolos religiosos que se puso en su cuello y un  bastón terminado en una empuñadura redonda y roja donde se hacían visibles una gran hoz y un martillo de color blanco. Se acerco a la puerta y un servil soldado le paso una correa donde dos negros doberman esperaban pacientes a que los tomase bajo su mando.
-Bien, hora de ponernos en marcha. Veamos a ver de que pasta esta hecho ese demonio llamando Ernest.-mientras decia esto una sonrisa siniestra se pinto en su cara.

Continuara...


 


 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario