domingo, 20 de septiembre de 2015

Capitulo 24 "Recolector" 2 ª parte.

Tras la tragedia me volví en huerfano, una carga para el estado. Gracias a la tremenda difusión que tuvo en las noticias por llamarlo de alguna forma mi providencial fortuna no podía desaparecer sin mas de los medios. Mi vida era un constante goteo de información y era desangradado diariamente para ser alimento de las enloquecidas masas que necesitaban a cada momento saber como superaba mi desdicha y como poco a poco iba asimilando mi nueva vida. De no ser por esto hubiera desaparecido sin mas borrado por la burocracia y por estado. De esta manera se vieron obligados a llevarme de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, de aldea en aldea como un fenómeno de circo. Era la excusa perfecta para distraer la atención de los habitantes de los problemas acuciantes que vivían. Así en su miseria se sentían afortunados comparado con mi triste sino. Veía a los señoras llorar y darse golpes en el pecho. Hombres maduros y grandes rascarse los ojos. Mujeres escuálidas con una pandilla de mocosos harapientos alzar sus manos para cogerme y llevarme, para ser el rey de su hogar como si fuera la panacea a sus problemas. Pero al llegar la noche todo esto acababa y la realidad se imponía. Heme aquí en fríos y desnudos reformatorios donde las lágrimas no eran de pena sino de impotencia por los maltratos de los cuidadores a sus inquilinos. Donde los golpes en el pecho no eran de penitencia sino de castigo hacia aquellos que como yo el destino repartió una mala mano. Y cuando alzaban las manos no era para coger a un desamparado sino para implorar piedad por los abusos recibidos. Y sin embargo era la novedad, el elegido. Incluso en estos infiernos conocí el privilegio, la envidia y el odio por mi buenaventurado azar. Pero lo peor llegaba por la noche cuando ellos me miraban, veía sus ojos fríos y su piel azulada. Impertérritos se ponían de pie alrededor de mi cama. Impasibles ignorando a los guardas no sabia si me protegían o me acosaban. A veces oía los pasos de algun vigilante y me tapaba hasta la cabeza haciendome el dormido. Pero mis "compañeros" no se inmutaban. Al contrario que los inquilinos vivos ellos ya no temían a sus torturadores. Hacia tiempo que sus huesos yacían en algún helado agujero pudriéndose. Almas en pena donde se podían apreciar lo que les llevo al otro lado. Cuellos rotos, extrañamente había muchas caídas fatales por las escaleras. Golpes mortales seguro que por peleas entre los chicos y heridas letales por armas blancas. ¿Quien no podía hacerse con un pincho en este perdido lugar? Allá donde fuera el panorama no cambiaba. Era una realidad oculta a toda la sociedad. Como tantas otras veces. Pero una noche todo cambio. Llegue a otro reformatorio con descoloridos carteles en la entrada y paredes húmedas y ennegrecidas. El alcaide un tipo grasiento con cara pan recién hecho por el rojo de su cara y ojos porcinos intentaba disimular su calvicie con un desafortunado tupe y una pegajosa loción. Me hizo pasar a su despacho y entre loas y lisonjas se empezó a arrimar a mi. Tanto que sentía su cuerpo sudado y su aliento alcoholizado. Me acariciaba la cabeza como si fuese su perro favorito. ¿Quien se iba a preocupar de un desarrapado como yo? Para este pervertido hacérselo con una celebridad como yo era como ganar una medalla de oro. Su máximo hito en la vida. Asustado retrocedí y entonces los vi. Detrás suyo. Allí estaban sus logros, sus éxitos. Pero no como yo, no eran ningún trofeo solo un pasatiempo. Seguramente esta bestia no recordaría a ninguno de estos sodomizados incluso puedo asegurar que ni siquiera se preocupo de saber donde fueron a parar los restos de estos olvidados. Esas mortajas espectrales me miraban y negaban con la cabeza como diciendo: ¡Resiste, resiste!.  Era un lugar tan pequeño que no existía ningún escondite. El violador tenia todo planeado, era una ratonera. Abrió la boca y saco su enorme lengua para lamerme como si fuese un dulce helado. Su gesto cambio y su cara de contrajo. Los ojos se le pusieron en blanco. Tirito un momento y su corpachón se desplomo. Delante de mi un muchacho de mi edad con gastadas ropas tenia el brazo estirado y la mano cerrada en un puño. Mas tarde supe que el ente había tomado su corazón entre su fría mano y la apreto. Aparentemente no era mas que un desafortunado ataque cardiaco. Los guardas entraron pero todo fue inútil. Y lo supe al instante. Delante de mi se levanto,  no tenia su forma humana. Ahora su retorcida alma aparecía ante mi y en su cara se dibujaba un gesto de terror y de incredulidad. Me miraba pidiendome ayuda con la mirada pero sus victimas le rodearon y sus dulces caras se volvieron en terribles mascaras exteriorizando todo el odio y la ira que tenían contenida desde hacia mucho mucho tiempo. Ahora las jerarquías no existían. En el lugar donde moraban todos eran iguales aunque no por mucho tiempo. Aprendí que la venganza existe después de la muerte y que es mucho, mucho peor pues es para toda la eternidad. Los sicarios del director aterrados y temiendo el castigo que podía caerles por tal negligencia urdieron un plan.
-Amigo, quedas detenido por la muerte del director  Sergei Smirnov.

Continuara...

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