sábado, 15 de agosto de 2015

Capitulo 22 "Ruleta rusa"

Sara queda pensativa sopesando las opciones mientras  se acaricia la cara con el arma. Tras unos segundos de dilación detiene el movimiento y dispara sin dudar ni un segundo. Ante la sorpresa de los presentes Katrina cae violentamente hacia atrás como si hubiese sido golpeada por una fuerza invisible que le hubiese absorbido la energía dejándola  tirada como un muñeco inerte mientras pequeñas gotas carmesí salen de su cabeza  hacia delante gravitando aleatoriamente a su alrededor.
-Estoy dentro.-acerco el cañón caliente a la cara de Diego.-No voy de farol y espero que tu tampoco.
Amartillo el arma y vació el resto del cargado sobre Dunphys.
-Me voy a comer. Llámame cuando este todo listo.
-No creo que se una buena idea.-
-¿El que?
-Lo que acabas de hacer. ¿No sabes conque estas jugando?
Ante el estupor de los dos Katrina se levanta mientras trozos de su cabeza van cayendo al suelo entre regueros de sangre oscura. Su aspecto es terrible como si un tren hubiera pasado por encima suyo. 
-¡Maldita zorra estúpida! ¿Me acabas de matar y ahora te vas a comer? ¿Asi? ¿Tan tranquilamente?
Diego se dio cuenta que el cuerpo que ocupa Ernest esta caído mientras ven como Katrina con la cabeza destrozada por el disparo los mira desde el mas allá con el arma a punto para disparar.
-Querida, tu no vas a ningún sitio.-dice Katrina con una suave y gélida voz de ultratumba.
Diego miro alarmado a Sara.
 -Solo tenemos una oportunidad de salir de esta.
-¿Cual?
-Tienes que salir afuera y coger una esposas labradas que hay en el coche que tengo aparcado fuera.
-¿Que tienen de especial?
-Esas esposas retienen su esencia en un cuerpo y le hace imposible transportarse a otro. Como veras, ahora estamos en su terreno. Hay cadáveres por todas partes y puede mutar de uno a otro.
-¿Y que hacemos? ¿Salimos disparando a diestro y siniestro?
-Eso es un suicidio. Pegate a mi. Iremos espalda con espalda y cubriremos todos los ángulos hasta llegar a la puerta. Yo estoy inmunizado pero tu caso es distinto.
-¿Que cuchicheais? He pensado en daros una oportunidad. Mas de lo que tu me has dado.:-dice Katrina mientras la acusa apuntandola con el arma.
-¿Que tienes pensado, fiambre?
-Ja, ja, ja... Muy bueno no sabia que tuvieses sentido del humor.-mientras lame obscenamente la boca del arma.-Jugaremos a la ruleta rusa. Pero a mi manera.
-Para eso se necesita un revolver.
-No hace falta, yo soy la bala. Y los muertos el revolver. Intentar llegar a la salida antes de que yo os mate.
-¿Como es eso? ¿Estas muerta?
-Iré cambiando de cuerpo, os seguiré y os pisare los talones. Nunca sabréis donde estaré. No notareis mi aliento en vuestra nuca. Puede que sea aquel tipo destrozado o quizás ese de allá arriba con varios tiros en el pecho. Solo sabréis que como un reptil iré deslizándome de cuerpo en cuerpo hasta daros caza.
-¿Y si no?
-Si ella escapa y quedas tu, habrás ganado. No tiene sentido quedar  encerrado con tantos cuerpos que no pueden escapar de tu brillante protección.
-¿Cuando empieza el juego?
-Hace un minuto que empezó.
Katrina se desploma y todo queda en silencio. Sara toma un arma de un sicario muerto de bigotes descuidados y pega su espalda con la de Diego. Ambos van girando atentos a cualquier mínimo ruido. Sienten sus corazones desbocados y el sudor cayendo por su rostro y espalda. Las manos húmedas hacen que se resbalen las armas. Siguen dando vueltas pisando con cuidado para no resbalar y ser una diana viviente. El hedor dulzón de la sangre con el fuerte olor a restos humanos hacen que el ambiente sea denso y pesado. Miran la puerta. Allá tan lejos. Ante un mar de cuerpos caídos, acribillados, destrozados donde mareas de sangre chapotean a sus pies. Y sabiendo que en cualquier momento uno de ellos se levantara y hará efectiva su venganza. Saben que aunque lleguen a su objetivo el éxito no esta asegurado. Confiar en el espíritu de un asesino demente del siglo pasado no es lo mas razonable y a pesar de ello es su única opción. Paso a paso, lentamente van acercándose a la salida pero aunque intentan minimizar el ruido los restos esparcidos no dejan de anunciar su rumbo. Diego ve en cada cuerpo un enemigo potencial y apunta casi de forma compulsiva a todo lo que esta en el suelo. El sudor enturbia su vista y le escuecen los ojos. Quiere restregarse pero es un tiempo demasiado precioso y sabe que quedaría durante un breve instante totalmente indefenso y con la guardia baja.
-Vamos a salir de esta puta locura y me voy a comer el filete mas grande con el mejor vino que tengan.-Sara muerde cada palabra como si fueren un poderoso encantamiento contra su amenaza.
Sara siente algo duro en su entrepierna. Y cada instante se clava mas
-Mmm...-un gemido sobrenatural surge del suelo.
Sara bajo la vista y ve como un rostro deformado con un ojo reventado y otro fuera le mira mientras una lengua hinchada y azul se pasea lascivamente por sus muertos labios. Diego viendo la amenaza empuja a Sara con toda su fuerza. El tiro del cadáver no alcanza por poco a la chica. El hombre dispara a la ya destrozada cabeza del frió sátiro. Un segundo mas y seguramente hubiera entrado por su sexo y habría salido por su boca. Tras el impacto Sara cae aturdida, mezclandose con el sinfín de desgraciados inertes que pueblan la superficie. Una de las armas cae y hace un sonido liquido al llegar al suelo y deslizarse sobre la sanguinolenta superficie. La isla que era Diego parece tan lejana como la salida. Asustada mira a su alrededor y todos los cadáveres parecen que fueran a levantarse de sus sitios.
-¡Ven a buscarme, maldito degenerado!.-Sara se levanta y corre hacia la puerta.
Diego sorprendido mira la actitud de Sara
-¿Pero que...?
Diego comprende al momento que si intenta matar a Sara tiene que descubrirse y lo mejor es forzar la situación.
Atento a las victimas que están cerca de Sara , mira si alguna se mueve o intenta levantarse. Exhausta Sara llega a la puerta y empuja la puerta. Siente el pelo mojado y la ropa pegada a su piel.
La puerta no se abre. Da un empentón que hace crujir el marco y hace que su hombro se resienta.
-¡No se abre!.-grita desesperada.
Anda hacia atrás y amartilla las armas. Tan concentrada esta que no ve como detrás de ella se levanta un cuerpo.
-¡Toc, toc!.-se oye guturalmente.
Diego dispara a la amenaza pero cae una y otra se levanta. A su alrededor las balas caen despidiendo un ocre olor a pólvora quemada.

Sara vacía el cargador  de una de las pistolas y pega una patada a la puerta que cae con gran estrépito como si se derrumbara el edificio. El aire fresco le invade y anima sus sentidos. Echa a correr pero algo caliente le atraviese el hombro. Siente un dolor inmenso y una gran quemazón. Cae al suelo de bruces. Como consecuencia del golpe las rodillas y los brazos sufren arañazos y raspones. Pero nada de eso siente. Se gira y dispara a un maltrecho sicario que vuelve a caer sin vida por segunda vez. El instinto de supervivencia es mas fuerte. A duras penas se levanta y mira una extraña furgoneta negra con un extraño cajón en la parte de atrás. Se siente cerca del final. Respira entrecortadamente. Diego se queda en el quicio de la puerta expectante.
-¡En la guantera!.-grita nervioso.
Sara presa de la testosterona rompe el cristal de la ventanilla y abre el lugar donde están las esposas.
Hipnotizada mira el extraño grillete labrado con raros símbolos en cada eslabón. Es un trabajo exquisito mas parecido a una joya que a una cadena.
Una bala sale del interior y pasa muy cerca de Sara.
-¡Tiramelas!.-grita Diego.
Sara no espera un segundo. Lanza las ataduras a las manos del hombre.
-¡Marchate!.-le dice mientras coge el objeto en el aire.
Cuando vuelve a mirar no hay nadie que reciba su orden. El silencio aquieta por un momento su espíritu antes de volver adentro.
-¡Bien, perdedor! Es hora de volver a casa. Tu amo te espera.
Enfrente estaba el cuerpo que ocupo Ernest al empezar el tiroteo mirándole despectivamente.
-¿Y que harás?
-Quemare este lugar hasta los cimientos y no tendrás ningún cuerpo que ocupar. Tu alma si la tienes vagara para siempre anhelando tomar un humano para tus andanzas.
Ernest alzo las manos para que le pusiesen las esposas.
-No creas que esto acaba aquí. Esto solo es un tiempo muerto hasta que arregle las cosas. Y tu eres el primero de la lista. Ya tengo en mente varias ideas para cuando te tome. Desgraciadamente no vivirás lo suficiente para que pueda disfrutarlo pero es una pequeña decepción.
Diego se bajo el cuello de la camisa y le mostró los extraños símbolos.
-Te olvidas que tengo un seguro de vida contra ti.
-No creas, todo puerta tiene su llave y creeme que no dejare este mundo sin abrir en canal esa cerradura.

Continuara...





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