domingo, 2 de agosto de 2015

Capitulo 21 "Amor ácido"

Ernest junto a Dunphys y las rubias se aprovisionan de algunas armas del almacen.

-¡Vamonooss de fiestaaa!!!-dice Ernest mientras amartilla su arma.

El resto hace lo mismo.

-Ahora salgo cariño. No desesperes.

Mientras salen, un montón de puntos rojos se fijan en sus cuerpos.  Diego aparece sentando tranquilamente sobre un bidón  con la etiqueta de un triángulo amarillo y una mano donde cae un
liquido corrosivo advirtiendo de su peligro.
Diego se levanta y mira cariñosamente a su amada.
-Cielo, me tenias preocupado te he buscado por todas partes.
-He estado un poco ocupada. Ya sabes....-responde Sara como una enamorada.
-He traído esto para ti.-Diego señala con la mano el bidón.
Sara se lleva las manos a la cara en señal de sorpresa y emoción.
-Pero, Diego... Esto, esto es demasiado.-
-Te mereces esto y mas, mi amor.
-No, no puedo aceptarlo... ¡Maldito cabrón!
Sara dispara su arma contra el bidón. Diego salta como un gato pero a los sicarios que estaban  a su lado los pilla por sorpresa. En un momento todo es sangre y masas de carne deshaciéndose, gritos y restos de cuerpos humanos. Uno de los sicarios con un pie totalmente licuado y otro quemado donde no se distingue la carne del zapato intenta andar y resbala cayendo de cara contra el suelo y sobre el ácido sus gritos son breves pero terroríficos. Pasada la sorpresa inicial empieza el tiroteo. Cuerpos heridos por las balas son pasta del terrible liquido. Katrina y Dunphys atacan por los flancos en una cortina incesante de plomo que hace mella en el otro bando. Sara golpea con la culata de su arma a un tipo alto de negras cejas y mirada torva. El hombre pone su Beretta en la cabeza de la muchacha pero esta mas rápida golpea en la entrepierna que hace doblar el cuerpo del agredido. Situación que aprovecha para reventarle la sesera y esparcir su contenido por el lugar. Ernest abandona el cuerpo que esta utilizando y se mete en el cadáver de un desafortunado que ha sido alcanzado por el ácido y que esta al lado de Diego. Con su cuerpo consumido por el liquido apenas tiene carne y huesos. En su brazo descarnando todavía sujeta una pistola.  Diego distraido intenta abatir a su amada y sus compinches. Tan absorto esta que no atiende a lo que sucede debajo. Una mano esquelética levanta su arma mientras caen trocitos de carne y músculo que gotea por  el suelo. Gira lo que queda de su cabeza, apenas un cráneo con una cuenca y mira su objetivo. Ernest intenta disparar pero su mano titubea y tiembla.
-¡Que cojones!
 Lo vuelve a intentar con mas decisión pero el resultado es el mismo. De repente un sicario aparta a Diego y se pone en la linea de tiro. Incomprensiblemente el arma dispara sin dudar en el mismo instante que se cambiaron de sitio ambos hombres.
-¡Gusano!.-dice Diego.
Diego impertérrito mira a Ernest y empieza a pisar su cabeza sin piedad hasta que queda reducida a pulpa.
Ernest abandona el cuerpo y vuelve a tomar el anterior. Coge una Glock  y vuelve apuntar desde la distancia. Una vez lo tiene a tiro su mano tiembla y por mucho que lo intenta no puede apretar el gatillo. Un sicario de rasgos africanos y nariz chata se pone delante de él y le apunta a la cabeza con su Magnum. Ernest golpea con su pistola en la traquea al atacante que se queda sin respiración y se echa las manos al cuello momento que aprovecha para dispararle un tiro en la cabeza. Siente que el gatillo ha ido como la seda. En unos minutos el lugar se ha vuelto un infierno. Sangre y restos humanos salpican las paredes he inundan el suelo. Los gritos de los moribundos se confunden con los disparos como los muertos y los heridos están mezclados sin saber a ciencia cierta cual es el estado de cada cual. Ernest toma la Magnum y busca a Dunphys. Lo encuentra en una situación incomoda, rodeado de varios matones. Ernest amartilla las dos armas y va a su encuentro mientras dispara sin cesar y ve como las amenazas se van desplomando. Una vez llega a su altura le habla.
-Dunphys, no se que pasa con ese tal Diego pero me es imposible matarlo.
-Vaya, te has vuelto sentimental.
-No es eso, estúpido. Hay algo que no me permite matarlo. Como si tuviese una protección.
-¡Tonterias! Es humano y sangra. Ya veras.
El irlandés apunta a Diego mientras Ernest cubre su espalda. Ambos están pegados cubriendo todos los flancos.
-Adiós, Diego.
Dunphys apunta y su mano empieza a temblar.
-¡Que carajo! Parece como si mi mano tuviese vida propia.
-¿Lo ves?
-Vayamos a por todas.
Ambos hombres deciden ir corriendo a por Diego y empiezan a disparar a todo lo que se mueve.
Cuando están llegando Diego cae de rodillas y aparece Sara apuntandole a la cabeza.
-No lo hagas, Sara. Esto no va contigo.
A su lado llega el resto del grupo.
-No querías meterme en un bidón y diluirme.
-En realidad no era para ti. Era para un trabajo. Pero te vi...
-Y te dejaste llevar.
-Si.
-Has perdido, Diego. ¿Tu ultima voluntad?.-dice Sara mientras pone el arma en su cabeza.
Diego cierra los ojos.
-¡Espera!. Te ofrezco un trato.
-¿Que trato? No tienes nada que ofrecer.
-Puedes quedarte todo lo que hay aquí hasta la caja fuerte. Y desaparecere de tu vida.
-Eso ya lo tengo. Mira a tu alrededor, tu legado es esto.-mientras dice esto señala con las manos el resultado de la batalla.
-No vine a por ti, solo ha sido una casualidad. Alguien me ha pagado mucho dinero. Mas del que puedas imaginar. Un tío muy importante.
-¡Bobadas!
Diego se arranca la camisa y en su cuerpo aparecen tatuados varios extraños signos.
-El tipo que me hizo esto es un vudu o chaman. Es un mercenario o militar ruso. Y solo quiere una cosa.
-¿Que cosa puede querer un tipo que te hace tatuajes estrafalarios y te paga una pasta? Algún magnate aburrido de la vida que busca emociones nuevas.
-No, Sara es algo gordo.
-Bien, ¿y cual es ese premio gordo que busca Rasputin?
-Lo quieren a él.-levanta el dedo tembloroso mientras señala a Ernest.
Continuara...



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